martes, 27 de julio de 2010

Grande, Sabina, grande.

Lo peor del amor cuando termina
son las habitaciones ventiladas,
el puré de reproches con sardinas,
las golondrinas muertas en la almohada.

Lo malo del después son los despojos
que embalsaman al humo de los sueños,
los teléfonos que hablan con los ojos,
el sístole sin diástole sin dueño.

Lo más ingrato es encalar la casa,
remendar las virtudes veniales,
condenar a la hoguera los archivos.

Lo peor del amor es cuando pasa,
cuando al punto final de los finales
no le siguen dos puntos suspensivos…

Diminuteces.

Este será el día a día del corazón de un monstruo diminuto.
Y dejará esparcidas por aquí todas aquellas cosas que siempre quiso decir y nunca supo.
Sus agallas y sus miedos. Sus sueños. Sobre todo sus sueños.